¿Practicas la Autoestima?
La mirada que tenemos sobre nosotros mismos es el punto de partida del modo en que nos desenvolvemos en todos los aspectos de nuestra vida. La autoestima es inherente al ser humano. No existe aquel que no tenga una idea de sí mismo y del valor a sus propios ojos y a los de los demás.
Tenemos autoestima porque tenemos conciencia. Disponemos de la capacidad de observarnos mientras actuamos y por tanto, de analizarnos, adaptarnos y transformarnos.
El problema surge cuando utilizamos esta capacidad para criticarnos e infravalorarnos. Para medir nuestro nivel de autoestima, ¿qué tendremos en cuenta?.
La valía de algunas personas está demasiado centrada en un aspecto limitado de su vida. El éxito profesional, aparentar ser joven, etc. y si hay reveses en ese ámbito, la persona queda en una situación de vulnerabilidad. Ampliar el abanico permite disponer de apoyos, relativizar y recuperarse.
Por otro lado es importante aplicar la autoestima a objetivos internos para darle solidez. Algunas autoestimas dependen de aspectos externos como el dinero, la posición o el físico; otras en cambio se basan en los valores y las virtudes. Si sucumbimos a las presiones sociales sobre qué hay que tener, mostrar o hacer, de nuevo nos revelamos dependientes y vulnerables.
Determinadas personas invierten un gasto enorme de energía en proteger su autoestima, llevándoles a practicar estrategias disfuncionales como negación de la realidad, evitación o agresividad hacia los demás. Una buena autoestima demuestra capacidad para aceptar las críticas e incluso mostrar interés por ellas.
¿Te identificas con algunos de estos indicadores?
Soy capaz de....
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Hablar positivamente de mí.
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Ajustar mis pretensiones a mi valía.
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Decir lo que pienso y hacer lo que quiero.
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Insistir si me enfrento a dificultades.
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Atreverme a decir “no” y “no lo sé”.
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Pedir ayuda sin sentirme inferior.
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Concederme el derecho a cambiar de opinión.
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Extraer lecciones de mis errores.
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Sentirme en paz con el pasado y no tener miedo al futuro.
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Vivir en el presente.
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Actuar en lugar de quedarme en la intención.
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Expresar mis sentimientos.
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Cuestionar viejas creencias.
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Tolerar la soledad.
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Aceptar las contrariedades de la vida.
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Aceptar los éxitos ajenos.
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Confiar en mis criterios.
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Marcarme propósitos.
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Todas ellas son actitudes vitales que ponemos en práctica cada día. Aquellas que no reconozcas pueden convertirse en objetivos de tu plan de crecimiento personal.