Mantener el Equilibrio Interior

MANTENER EL EQUILIBRIO INTERIOR

Qué mejor imagen de serenidad que aquella en la que se ve un lago límpido que refleja un cielo azul. Si imaginamos una piedra caer, su impacto creará círculos concéntricos que a medida que se distancian se irán haciendo más amplios y menos profundos,durando un tiempo hasta que el lago vuelva a su estado liso y nítido.

Supongamos que ese lago es aquella parte de nosotros que alberga pensamientos, emociones y conductas; y esa calma, el estado natural en el que nos sentimos realmente bien....

Son sin embargo numerosos los avatares que desde el nacimiento perturban nuestro lago emocional. La propia existencia es una sucesión de cambios.

Algunas piedras son comunes a todo ser humano; el hambre, el frío; o forman parte del propio proceso de crecimiento; la adolescencia, la jubilación. Y otras en cambio están relacionadas con nuestras experiencias y necesidades individuales.

En primer lugar debemos preguntarnos si cada piedra es realmente negativa. Las crisis nos perturvan pero son también una oportunidad para conocernos, aprender y crecer.

La aceptación es una de las claves para recuperar la serenidad interna, pero no es lo mismo aceptar que resignarse. La segunda es una actitud pasiva, y la primera implica dejar de resistirse al problema y ponerse en marcha para solucionarlo.

En ocasiones las piedras sólo provocarían ligeras ondulaciones pero nuestra forma de experimentarlas hacen que se conviertan en grandes olas.

La mayoría atribuiremos nuestro desasosiego a acontecimientos externos, “mi jefe me trató injustamente”, “mi amiga habló mal de mi a mis espaldas”...Si los acompañamos de pensamientos impregnados de creencias, “no lo merezco”, “me debo preocupar”, “qué se habrá creído”, “mañana le diré...” y con conductas como darle vueltas días y días o hablarlo con amigos una y otra vez; la pequeña ondulación se habrá convertido en una tormenta de desasosiego. Cuanto más turbio el lago, más distorsionado el reflejo en el agua. Por tanto se requiere calma para alcanzar una solución óptima.

Otra clave es actuar, en lugar de reaccionar. Decidir y responsabilizarnos sobre cómo queremos vivir esa experiencia y qué queremos hacer al respecto para que sea una oportunidad de crecimiento.

Otras veces sentimos el desasosiego sin saber de donde proviene, para unos algo puntual y para otros, un sentimiento familiar. Y para combatirlo, evitarlo o huir de él buscamos de nuevo fuera las soluciones; emociones fuertes, numerosas actividades, fármacos...

No debemos conformarnos con sentir un desasosiego permanente pues este unicamente nos informa que hay algo que no nos permite sentirnos bien. En lugar de eliminarla, busca qué la provoca, acepta las turbulencias, no sumes complicaciones y toma decisiones.

imagen de un cerebro y un corazón en una balanza